domingo, 15 de noviembre de 2009

LA LIBERTAD por osvaldo raya

Siempre hay una voz que dice «no.» Yo no la escucho. Y hay tijeras para cortar las alas. Y manos tenebrosas que apagan la luz y cierran todas las puertas. Pero el que no busca la luz de afuera porque la sabe dentro de sí, es el que ve. Y el que logra ser libre. Posible y verdadera es la libertad, cuando se vuelve uno hacia uno mismo y se lanza a estas dimensiones viscerales, a por otro sol más luminoso y otro espacio donde pululan estrellas intestinas.

Digo que la experiencia más inolvidable de mi vida –la más impactante–, no fue haber pasado por las angustias de sentir, en carne propia, el azote de la represión y la persecución por parte del sátrapa que todavía gobierna en mi país; sino haber hallado finalmente el consuelo de saberme poseedor de un universo propio, capaz de superar a cualquier otro universo de la vida de afuera, tan hostil a la libertad y muchas veces falso. Gracias a Dios, adentro de uno, habitan también los jilgueros y cantan, éstos, a pesar de la mordaza. Siendo así, ven la luz los ojos de los que buscan la luz, aun vendados o sometidos a la tenebrosa oscuridad de un calabozo. Los tiranos subestiman la fortaleza del espíritu humano. Los que pretenden avasallarnos, desconocen, en su soberbia y su ignorancia, el poder de la divinidad que se incuba en cada cual y la anchura del alma de los hombres.

Descubrí que soy libre. Que si me detengo en lo mío, soy libre y poderoso. Que soy invencible. Lo comprobé de un golpe cuando estuve encerrado tres días –que fueron para mí como trescientos–, sin ver el mar, en la celda número dos, en un cuartel de la costa, allá en La Habana, en el mes de junio de 1992… Pero el mar, en sí, lo traía conmigo y alcancé a contemplarlo y a disfrutar de él; aun tras los barrotes y la tapia de acero. Navegué, pues, en mis propios océanos. Y es que cárcel no es únicamente la ergástula en la que un gobierno despótico encierra a los que se le oponen. No: también es la casa enrejada que a veces llevamos a todas partes para encerrarnos por propia voluntad, como un auto-castigo; de modo que vamos por la vida cual un caracol que quisiese disimular su carga.

Es increíble; pero uno llega darse cuenta de que uno mismo es el tirano. Mas feroz y más cruel que el tirano de afuera. Afírmese, mejor, que la libertad deberá entenderse, desde una visión abarcadora y profunda, como algo de lo que no nos puede privar un carcelero, sino uno mismo. Los tiranos no tienen más poder que el que nosotros le damos, al no creer propiamente en el nuestro y creer en que sí, que son poderosos los tiranos. No. Nadie debe pedir la libertad a nadie. Ni culpar a otros de haberla perdido. Ser libre no depende de las decisiones ajenas. Debemos empezar por reclamarnos a nosotros mismos la libertad que nos falta y por derrotar, primero, esos opresores que viven como parásitos en lo más intrincado y hondo de nuestra propia persona.

Es hora ya de dejar de lamentarnos por las circunstancias de adversidad y penurias provocadas por el poder malévolo de algún caprichoso gobernante o algún familiar o un jefe o cualquiera que tuviese la intención de molestarnos e impedirnos la felicidad. Es la hora de vernos por dentro. De reconocer las vallas propias, los muros de la sangre, los alfileres que recorren nuestras venas e intestinos. Los miedos, los odios, los prejuicios, las culpas, las incapacidades y hasta la falta de arrojo para acometer la vida y esa falta de fe en nosotros mismos.

Reconozcamos que, en alguna medida, todos seguimos soportando penosas limitaciones. Limitaciones atizadas por uno mismo. Alguien, so pretexto de protegernos, nos inyectó silenciosos enemigos, dosis demasiado altas de desconfianza y paranoia. Algo como ciertas convenciones absurdas, tradiciones fuera de contexto, estatutos ridículos con los que se supone que debemos acometer la vida social, sexual o doméstica. Y hasta las escuelas, nos envenenan, sobre todo, cuando tienen el propósito prefijado de lavarnos el cerebro.

Desde niños, nos han ido inoculando secretos tiranuelos en la sangre.

La libertad no está completa sino no se mueven a gusto y bailan en nuestras honduras las facultades de las que fuimos dotados por Dios. La redención primera es intestina, visceral. Porque la libertad comienza el mismo día en que descubrimos nuestra propia esencia. Somos libres tan pronto como nos enteramos de que es posible la divinidad humana, lo cual nadie podrá poner bajo siete llaves. Nadie encierra a Dios ni nadie acallará ni matará a los poetas. La Poesía es un proceso liberador, imparable y eterno. Puede decirse que aquellas filosofías que descalifican la trascendencia humana, son las mismas que obstaculizan la libertad. Siéntese muy libre el hombre que sabe que hay más, más allá. El que sabe que no sólo debe trabajar el hombre para ganarse el pan sino que otros trabajos tiene, como Hércules, la criatura humana. El hombre debe prepararse para ocupar un sitio en la eternidad. El hombre debe trabajar, cada día, para ser libre definitivamente.

Cada quien conquiste para su individualidad, poco a poco, la libertad de lo divino. Luego aportaremos de nuestra humilde divinidad a la patria y al mundo.

Muchos cubanos sufren la tiranía y pagan muy caro el reclamo de sus derechos. Pero la cruenta represión no acaba con la muerte o desaparición de los represores. Ni con el advenimiento de un gobierno democrático. Ni con huida del país o con la fuga de la cárcel o de la casa de férrea tiranía familiar o con renunciar al empleo donde había un jefe soberbio y despectivo. Nosotros decidimos cuándo se acaban nuestras limitaciones y cuándo es que vamos a ser libres. La libertad es el pleno conocimiento de nuestras necesidades y de nosotros mismos. Es esa toma de conciencia del poder que ejercen en nuestras vidas las propias facultades creadoras, con lo cual se nos facilita trabajar más eficientemente por nuestra felicidad.

La libertad no es para todos. Es para quienes sienten que la necesitan porque se saben capaces de dar empleo a sus capacidades y habilidades, de acometer el riego de sacrificar cualquier comodidad ofrecida por el paternalismo de otros y emprender la tarea de sacar de sí mismo las fuerzas y el arrojo para la autogestión.

El pajarillo no quiere salir cuando el amo, que es el absoluto proveedor, le abre la portezuela de la jaula porque no se sabe capaz de buscar por sí mismo provisión. La esclavitud es merecimiento de los incapaces. La libertad es, por el contrario, merecimiento de los que creen en sí y en sus capacidades. Los tiranos saben esto y nosotros debemos saberlo también.

2 comentarios:

  1. ASERE CUBANO
    Que profundo el mensaje de este post Osvaldo, que bueno este fenómeno de la tecnología, aprendemos cada cosas, trasmitimos y recibimos cada idea e inquietud de un extremo a otro del mundo en segundos, si estuviéramos sometidos a monopolio de los libros tardaríamos mucho tiempo para consumir todas estas enseñanzas.
    gracias por el post que me dejasteis en asere, eso me da fuerzas para seguir instruyéndome.

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  2. (Aquellas filosofias quedescalifican las trascendencia humanason las que obstaculizan la libertad) Totalmente de acuerdo

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FREEDOM FLIGHT

FREEDOM FLIGHT
por ANGEL PEREZ pintor cubano-americano