A todos los poetas y artistas cubanos perseguidos o encarcelados o llevados a campos de concentracion o fusilados finalmente por un tirano tan asesino --o mas-- como aquel que mato a Lorca.
Cuando era niño,
yo me llamaba Federico García Lorca.─
Luego mi madre decidió
cambiarme el nombre;
con tal de que nadie viniese a buscarme,
bajo la luna llena de los olivares,
para llevarme a caminar,
delante de mi verdugo.
Por eso yo nací donde nací,─
pensando que La Habana
estaba lejos de Viznar.
...Y, por poco, me matan en La Habana!
Osvaldo, me he quedado muda y pensativa. Llena de amor y de dolor. Tu poema me conmueve y me eleva por arriba de los gajos de la arboleda del jardín frente a mi estudio. Haz llenado este espacio que habito, de música, de sonidos y de tristeza. Igual que la muerte de Lorca, deja, tu poema, el sabor de las crueles tiranías.
ResponderEliminarGracias por permitirme este momento.
Besos, besos, besos.