sábado, 7 de noviembre de 2009

LA ADVERTENCIA DE CERVANTES Y EL QUIJOTISMO DEL CHE GUEVARA por osvaldo raya


Al desestimar el libro mayor de nuestra cultura, El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, los españoles y los latinoamericanos nos estaríamos perdiendo un tesoro del pensamiento más moderno y vigente. Sobresale en estas páginas precisamente el deseo de alertarnos de aquéllos quienes se erigen defensores del hombre –sin permiso de éste– y que, mientras lo embarcan en una aventura desestabilizadora y criminal, so pretexto de ideales de igualdad, pisotea su libre albedrío y subestima las prioridades de su individualidad, pasando por alto sus necesidades más inmediatas y apremiantes, y hasta su modo de satisfacerlas. En la historia, contemporánea no fue difícil seducir a las masas –y engañarlas– con los cantos de sirena de la propaganda comunista, tan parecidos a aquel cuento de la llamada Edad Dorada, a la que se refería el caballero cervantino ante aquellos cabreros que lo escuchaban. Si Sancho hubiese aceptado la invitación de Don Quijote, a fin de que aquél se sentase junto a éste, como iguales, en el banquete con los cabreros, el simpático y desenfadado escudero –desentendido de los buenos modales a la hora de comer– habría tenido que, condicionado por los principios igualitaristas, someterse y asumir los modales de su patrón quien jamás se habría rebajado a aceptar los de su escudero para igualarse. Habiendo sido así, Sancho Panza no habría podido comer, sabrosamente, a su libérrima manera. El gordinflón dotado de natural y espontánea sabiduría, escogió –para fortuna suya–, ante la opción de la igualdad, la libertad. He aquí una loa a las libertades individuales y una condena a la hipocresía de los que proclaman la igualdad. Queda claro en este texto excepcional que la libertad es preferible a la igualdad.

La obra magnifica de Cervantes –El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha– muestra el apego del hombre a la libertad y el derecho que cada cual tiene de correr su propia suerte y vivir a su modo y en su mundo; escogiendo, cada cual por sí mismo, el camino que cree que le conviene. Porque nadie, ni al más intrépido y loco caballero, podemos permitirle la dirección de nuestros destinos. Mucho menos la defensa de nuestros más profundos intereses ni la tarea de escoger por nosotros lo que nos conviene. Y hay que desoír los encantamientos de los discursos populistas que atizan con sus consignas la igualdad, en claro detrimento de nuestro libre albedrío.

¡Y qué bien fundada estaba la advertencia de aquel libro de aventuras! Pero la humanidad no entendió bien la alarma ni no supo leer bien la profunda profecía. He aquí las palabras extraídas de una carta pública de un connotadísimo aventurero de la revolución tercermundista de los años ‘60 a quien muchos jóvenes –indiferentes o ignorantes– exhiben en sus camisetas e insisten en reverenciar como un símbolo de la emancipación social. Cito: «Otra vez siento bajo mis talones el costillar de Rocinante, y vuelvo al camino con mi adarga al brazo.» Lo que no saben muchos, o no quieren saber, es que el autor de estas palabras era un asesino quien, abusando de su poder y actuando de acuerdo con la convicción revolucionaria, mandaba a fusilar –y hasta asesinaba personalmente–, en los cuarteles de La Habana, so pena de traidor, a todo el que tuviese una idea disidente. El Che Guevara era un criminal. Y no es mi punto de vista. La evidencia es la herida difícil de sanar en aquellas miles madres y esposas que perdieron a los suyos frente a un pelotón de fusilamiento o en las mazmorras comunistas.

Ah… pero Cervantes ya nos había hablado de estos locos! Ya habíamos sido avisados de las revoluciones y de los revolucionarios. Este aviso no fue entendido por los franceses que aplaudieron la toma de la Bastilla ni por los que celebraron el advenimiento del poder de los rojos en Rusia ni por los cubanos que, hechizados por las barbas románticas y el discurso populista, abrieron las puertas de sus casas y de sus vidas, a una banda de rebeldes y criminales. Hay muchísimos tontos que, a pesar de la alerta, siguen dando crédito a la tendencia quijotesca y apoyan a la Revolución Cubana, totalitaria y brutal. La obra magna de la literatura de nuestra lengua es una fuerte defensa a esa libertad individual, por encima, incluso, de la igualdad.

Y bueno, es lógico que el propio Che Guevara se comparase a sí mismo con Don Quijote, aquel caballero que siempre iba adonde no lo llamaban y a quien nadie le pidió sus servicios de caballería.
http://osvaldo-raya.blogspot.com

3 comentarios:

  1. Coño Osvaldo cada vez que leo tus post siento la sensación de salir de una larga y agradable exposición sobre lo que a diario pienso, pero que mi escasa cultura me impide plasmar en blanco y negro.
    No te canses sigue regalándonos cultura a raudales en tu blog.
    saludos.

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  2. (la obra magna de la literatura de nuestra lengua es una fuerte defensa a esa libertad individual...)Me quito la capa magna ante estas palabras!!!!

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  3. ha pasado tiempo de tu desaparicion fisica pero sigue tus escritos y tus palaabras en los corazones de quien tuvo la suerte de conocerte

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FREEDOM FLIGHT

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por ANGEL PEREZ pintor cubano-americano