Un grupo de compatriotas celebramos, en el teatro Tower de la célebre Calle Ocho de la ciudad de Miami, el aniversario 107 del nacimiento de la República de Cuba. Y lo hicimos viendo el documental Cuba:100 años realizado en 2002 por el cineasta Javier Echeverría. Entre los oradores que hicieron la introducción del evento estaba nada menos y nada más que la prestigiosa socióloga y etnóloga cubana Mercedes Salazar quien hizo referencia a una curiosa coincidencia histórica. Resulta que el 20 de mayo de 1902, el mismo día y el mismo año en que se baja la bandera interventora de los Estados Unidos y se iza por primera vez ‒luego de siglos de colonialismo español‒ la bandera cubana, resulta que ese mismo día había nacido también Lidia Cabrera la autora de El Monte, un libro que es toda una biblia de la cultura afro-cubana.
Después de la entrega formal de algunos premios a prestigiosos cubanos del exilio, destacados por sus esfuerzos en fomentar y rescatar la cultura de su país natal ‒entre los que estaba Olga Guillot, Roberto Ramos, Javier Echeverría y la propia Mercedes Sandoval‒, salimos, todos, a una cena de celebración en un restaurante cercano. En el camino tuve una interesantísima charla con la eminente etnóloga cubana, la misma que acababa de evocar a la otra etnóloga genial ‒aquella que nació con la República. Y hablamos de eso, de la influencia de los negros en la cultura cubana y del aporte innegable de éstos al carácter nacional. Hablamos, en general, del surgimiento de lo criollo.
Caminando, Mercedes ‒con esa criollísima elocuencia‒ respondió a mis preguntas de si fue o no grande el aporte de los negros y cuál fue el mayor de todos. Ella afirma que el ingrediente enriquecedor es la manera increíble de esta etnia de acomodarse a la cultura española sin perder su esencia africana y que también es importante la visible tendencia de los negros a sincretizar y mezclarse. Ella ‒la doctora Sandoval‒ me decía: «fíjate que hasta los abacuá ‒esa secta secreta masculina de raíces nigerianas‒ fueron aceptando ‒reclutando‒ poco a poco hombres blancos.» Los individuos de origen africano no se aislaron y tenían, como el blanco nativo, la misma inclinacion a mezclarse y compartir los caracteres y las formas propias; de modo que pronto aparecieron babalawos (sacerdotes) blancos y cada vez más se fueron integrando personas de todos los colores a la religión yoruba. Los blancos tenían una manera de ser picarona que no distaba de la picardía de la negritud. Ambos ‒negros y blancos‒ se inclinaron a lo criollo y formaron, juntos, eso que llamamos cubanidad. Dígase, entonces, que el aporte es equilibrado: Lo español y lo africano buscaron la manera de convivir y armonizar en una sola cultura.
No hay negros ni blancos en Cuba sino cubanos.
Finalmente, Mercedes Salazar y yo, quedamos en reunirnos próximamente en su casa para hablar de todos estos temas. Eso será un privilegio para mí ‒y un honor‒ y, de seguro, yo saldré de la tertulia, como quien sale de una maravillosa biblioteca de temas cubanos.
http://osvaldo-raya.blogspot.com/
Después de la entrega formal de algunos premios a prestigiosos cubanos del exilio, destacados por sus esfuerzos en fomentar y rescatar la cultura de su país natal ‒entre los que estaba Olga Guillot, Roberto Ramos, Javier Echeverría y la propia Mercedes Sandoval‒, salimos, todos, a una cena de celebración en un restaurante cercano. En el camino tuve una interesantísima charla con la eminente etnóloga cubana, la misma que acababa de evocar a la otra etnóloga genial ‒aquella que nació con la República. Y hablamos de eso, de la influencia de los negros en la cultura cubana y del aporte innegable de éstos al carácter nacional. Hablamos, en general, del surgimiento de lo criollo.
Caminando, Mercedes ‒con esa criollísima elocuencia‒ respondió a mis preguntas de si fue o no grande el aporte de los negros y cuál fue el mayor de todos. Ella afirma que el ingrediente enriquecedor es la manera increíble de esta etnia de acomodarse a la cultura española sin perder su esencia africana y que también es importante la visible tendencia de los negros a sincretizar y mezclarse. Ella ‒la doctora Sandoval‒ me decía: «fíjate que hasta los abacuá ‒esa secta secreta masculina de raíces nigerianas‒ fueron aceptando ‒reclutando‒ poco a poco hombres blancos.» Los individuos de origen africano no se aislaron y tenían, como el blanco nativo, la misma inclinacion a mezclarse y compartir los caracteres y las formas propias; de modo que pronto aparecieron babalawos (sacerdotes) blancos y cada vez más se fueron integrando personas de todos los colores a la religión yoruba. Los blancos tenían una manera de ser picarona que no distaba de la picardía de la negritud. Ambos ‒negros y blancos‒ se inclinaron a lo criollo y formaron, juntos, eso que llamamos cubanidad. Dígase, entonces, que el aporte es equilibrado: Lo español y lo africano buscaron la manera de convivir y armonizar en una sola cultura.
No hay negros ni blancos en Cuba sino cubanos.
Finalmente, Mercedes Salazar y yo, quedamos en reunirnos próximamente en su casa para hablar de todos estos temas. Eso será un privilegio para mí ‒y un honor‒ y, de seguro, yo saldré de la tertulia, como quien sale de una maravillosa biblioteca de temas cubanos.
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Hola mi Rayuelo querido, paso a dejarte la invitación que adjunto aquí abajo. He estado líada en echar a andar este proyecto y no he tenido tiempo para pasar a hacer mis rondas habituales. Contamos contigo para completar esta encuesta. Por favor, promueve la idea entre todos los bloggers que conozcas. Un abrazo.
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