domingo, 24 de enero de 2010

MNEMOSINE por Osvaldo Raya

Mucho daño hacen los desmemoriados a las causas justas. Está de moda emprenderla contra los que se resisten a olvidar y a no pasar sin más ni más la página. Es que ahora resulta que referirse despectivamente a la comunidad cubana de Miami ‒aferrada al patrimonio de su memoria‒ y burlarse de su prensa y de la línea que llaman de intolerancia y odio, es como la formula mágica para encajar ‒por ejemplo‒ en el ambiente centrista de Europa, con lo cual se garantiza una imagen de algo así como de un tipo distinto de cubano disidente, tolerante y equilibrado ‒preferiblemente amnésico y alienado‒, sin aquellas pasiones que supuestamente deslucen la causa de la democracia. Y tan empeñados, están, estos chicos, en mostrarse más inteligentes y más flexibles que sus compatriotas de la Florida y a la altura de esos cambios ‒o maquillajes‒ de la posmodernidad, que hasta llegan a ser capaces de reconocer ciertos logros de la Revolución y de coincidir con el régimen de La Habana en su reclamo contra el embargo norteamericano, que llaman, como a la usanza oficialista de los Castro, bloqueo. Éstos ‒los del exilio light‒ son los que creen que con dar la espalda y desentenderse del aburrido tema cubano y estar mejor al tanto, por ese pragmatismo de la sociedad de consumo, de su nueva inmediatez ‒a saber: los asuntos de negocio, los pagos pendientes de arriendo o de facturas crediticias‒ y que con empinar sus cañones ‒no contra el causante de los males de la patria‒ sino contra los que no cesan ni un minuto de reivindicarla, ya se dan por bienvenidos en la nueva ola de la izquierda y, de paso, ya se saben aceptados y sin ningún problema y con toda garantía ante las autoridades de la isla, cuantas veces decidan visitar a los que se quedaron. Pero esa postura ‒tan bonita y lógicamente muy humana‒, si hurgamos en su fondo, no es otra cosa que coqueteo con la dictadura. Y es cobardía.

Actuar de acuerdo con la rectitud que demandan nuestros principios y quemar las naves, no será muy civilizado ni bien visto por allá, por la España de Zapatero o por Italia o Alemania; pero es muy viril y definitorio y preferible para los que sí no hemos perdido la memoria y no acabamos ‒ni nunca acabaremos‒ de encontrar ni una sola virtud en quienes han fusilado y encarcelado a miles de cubanos y mantienen en la miseria criminal a un pueblo que será más virtuoso cuanto más vea las manchas y odie más a sus opresores. Sin eso que llaman odio ‒y es odio‒y sin esa intolerancia ‒que lo es‒, nadie podría lanzarse a luchar por el amor y la libertad. Nadie podría decir que aspira a derrocar a su oponente. El patriotismo ‒termino declarado por los chicos de la moda relativista como arcaísmo‒ no exige de nosotros quedar bien bonitos en la foto de la prensa extranjera; porque hay una foto más fea que la de nuestro resentimiento y nuestra rabia y es aquella cara detestable y de viejete hijo de puta del Comandante en Jefe, aquel que precisamente inventó el odio y tiró la primera piedra.

Nos hace falta esa memoria ‒fresca y activa‒ que estimula al guerrero en su combate. Ésa que ante los ojos de algunos desubicados o de pensamiento demasiado frágil y casi mujeril ‒so pena de ser la nueva generación supuestamente llamada a cambiar la faz del exilio cubano‒ es venenoso rencor y discurso envejecido. A éstos, supongo que les habrá de parecer igualmente criticable la recia memoria de los judíos quienes aún, luego de tantas décadas del Holocausto, no cesan de revisar sus heridas y levantar monumentos. Y no. No hay que prestarle demasiada atención a los asustadizos ni tratar de complacer a ese nuevo tipo de exiliado ‒más cool, menos tropical‒ ni a sus amiguitos de la izquierda europea. Pasemos de ellos y pongamos otra vez de moda nuestra rabia gloriosa. Recordar todo el tiempo ‒todo el tiempo‒, como si la patria nos prohibiese olvidar, a cada uno de nuestros muertos, de nuestros presos, de nuestras madres adoloridas y nuestras viudas.

De todos modos, recordémonos a nosotros mismos; porque cada cubano ‒cualquiera que haya vivido Cuba en estos últimos cincuenta años‒ en mucho ‒y no en poco‒ ha sido victima del despotismo totalitario de la ya vetusta sociedad comunista. Alguna herida tiene; alguna mutilación, frustración o carencia. Y si olvidásemos esas heridas, esas mutilaciones, frustraciones o carencias, ‒insisto‒ no sería posible tener el valor para sacrificarse por la libertad. Sin memoria ‒que es conocimiento‒, no hay patria: «Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.»

http://osvaldo-raya.blogspot.com/

4 comentarios:

  1. Yo personalmente pienso que una persona a la que papa o mama, tíos, abuelos, etc., etc. Lo tenían al corriente de pagos y caprichos en Cuba producto del sistemático envió de dólares y bienes.
    Y después de una rabieta de niñato malcriado fue reclamado y sin que mediara un mínimo sacrificio por su parte, divinamente enviado a florida por reagrupación familiar es muy vulnerable de militar en esa izquierda Light y estos personajes se suman los que ven en una maleta llena de pacotilla barata su meta a cumplir para con su familia y a cambio se mantienen en un silencio cómplice para no afrontar en uno de sus numerosos viajes a la isla una supuesta represaría dictatorial.
    Y esto Osvaldo son solo dos ejemplos o posibilidades en miles de versiones que se pudieran dar.
    Lo importante es que siempre tendrá presencia como bien dices nuestra rabia gloriosa, de los que no podemos olvidar las heridas de toda índole infringidas sobre nosotros por la dictadura en su día.
    Nosotros no olvidamos ni confundimos al causante de nuestros males.

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  2. Muy buen escrito, Osvaldo. Yo, cada vez que escribo sobre la justicia en una Cuba futura ya libre, siempre repito: Sin justicia no habrá jamás patria. La memoria es parte de esa justicia que tendremos que tener para empezar de cero.
    un fuerte abrazo.

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  3. Justamente con este articulo has activado la memoria de muchos que te leen y siguen.
    Cariños, amigo.

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  4. Osvaldo, quien mucho ha sufrido, jamás olvida. Hay un tipo de sufrimiento muy profundo, basado en experiencias personales, que hace daño al alma cuando se ven a los verdugos caminar libres e impunemente por las calles que también nos pertenecen aunque nos hayan desterrado de ellas. Ese odio no da treguas, lucha siempre para que los culpables paguen por sus fechorías. Ese odio promueve dos tipos de sentimientos: el sentimiento de venganza y el sentimiento de justicia.
    Cuando ese odio es movido por la sed de justicia, nos enmoblece porque, como amantes de la justicia, jamas actuaremso injustamente.
    Si el odio es alimentado por la sed de venganza, se convierte en un peligro potencial porque puede cegarnos y llevarnos por el camino incorrecto. Cuando transitamos por un camino incorrecto podemos, inconscientemente o no, cometer injusticias.
    Desde mi punto de vista, es importante saber diferenciar quienes son nuestros verdaderos enemigos. Quien es el verdadero verdugo, quien lo alimenta. Mi enemigo principal es un bloque monolitico compuesto por la dictadura totalitarista, fidelista, comunista y dinastica, su elite gobernate,sus lacayos y sus defensores principales: aquellos que la sustentan y la mantienen como regimen gobernante.
    Los infelices confundidos, mayoritariamente porque no conocen la verdadera historia ya que solo conocen la versión oficialista que sobre los hechos ha dado el gobierno por más de medio siglo, solo me inspiran lástima y dolor por su ignorancia, y los considero, más que victimarios, victimas de ese sistema inhumano.
    Estoy de acuerdo contigo en no olvidar jamás y luchar contra aquellos que nos han hecho mucho daño.
    Hay muchas formas de luchar, una de ellas es mantener viva esa memoria y exigir que se castiguen a los culpables de tantas ignominias, abusos, atropellos, injusticias, crimenes, asesinatos, fusilamientos, robos, vejaciones y violaciones de nuestros sagrados derechos como ciudadanos cubanos.
    Los que de una forma u otra llevamso años en esta lucha, mantenemos firme la memoria, por el bien de la patria que hemos de construir por todos y para el bien de todos y no para un grupo portador de una ideología sectarista, aberrante, cruel, excluyente y dañina.
    Memoria que alimenta la sed de justicia es la que necesitamos cultivar, mas que el odio en si mismo o la sed de venganza que puede llevarnos a cometer los mismos crimenes que tanto hemos criticado.
    Un abrazo cubano de
    Espe.

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FREEDOM FLIGHT

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