lunes, 12 de octubre de 2009

EPISTOLARIO por osvaldo raya

No sé cuál otra carta podría escribirle yo a un amigo ‒o a una amiga‒ que no fuese una carta de amor. Las otras no sé escribirlas por eso, porque no son cartas de amor. No las son, por ejemplo, las de los acreedores ni las que llegan dentro de un sobre grande, como de diez cuños, quién sabe si para dejarte saber que han decidido prescindir de ti en tu trabajo y te presentes ante Recursos Humanos en la fecha fijada para arreglar ciertos detalles. Tampoco lo es la que envía el médico con la próxima cita ni aquella que es aviso oficial pero a la vez parece responso; porque dice que has de enviar, sin falta, ciertos documentos, en el plazo que indican y, además, un cheque con la cantidad estipulada en el segundo párrafo para los gastos de trámite (de lo contrario podrías tener problemas con la ley y hasta con el mundo entero). Y ¡qué va a ser una carta de amor la póliza de seguro! Ni los panfletos y volantes de la mercadotecnia lo son. Ni esa cursilísima tarjeta con las condolecías por la muerte de tu tía ni el reporte del banco donde te informan del estado de tu cuenta. Ninguna de éstas. Ni las que traen la factura de la luz o la del agua o del teléfono. Ni siquiera es de amor ésa de discurso melífico ‒pero muy bien artillado‒ que pretende manipularte para conseguir de ti un jugoso donativo ni aquella otra que es la invitación para la boda de tu prima o para el bautizo del hijo de tu jefe o para la fiesta de graduación de tu sobrino preferido: Ninguna. Ninguna. Ninguna…

Puede decirse que pocas veces en estos tiempos alguien recibe en su buzón del correo postal una carta de amor. Siendo así, he decidido mandarle una, a cada uno de mis amigos, que diga más o menos así:

Carísimo mío:

Ahora mismo estaba pensando en ti y tal pensamiento me trajo tanta alegría que no he podido evitar escribirte para volverte a decir algo que ya sabes pero que nunca está demás repetírselo a un amigo como tú: «Te quiero mucho. Muchísimo.»
Sin más ‒¿a qué más?‒ un abrazo grandote y mi bendición.

Tuyo siempre

2 comentarios:

  1. Los amigos valen mucho, tanto como la familia.
    Los amigos se pueden escoger.
    La familia se te asigna por obra y gracia.
    Hay que cuidar las buenas amistades que siempre suelen ser pocas y decirles lo importante que son para nosotros.

    Saludos, Osvaldo.
    Me gusto un monton este post.

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  2. Hacia mucho tiempo que no recibia un mensaje como este.
    Lleno de afecto, amistad y amor y es que, asi eres tu.
    Tu, que te sabes ganar la amistad y el amor de quienes te rodean.
    Para ti y para tus amigos mi amistad y cariño.
    Un beso bien grande y doy Gracias a Dios por haberte conocido y por tenerte entre mis amigos mas queridos.
    I love you,papito.

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FREEDOM FLIGHT

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